sábado, 25 de febrero de 2012

ARTE DE NAVEGAR Juan Ojeda
























Van Gogh en Arles


......................Und er schliesst das Weltall ein:
......................Diese ganze Welt voll Hobeit
......................Und Verzweiflung, voll von Gräbern

......................Hugo Von Hofmannsthal


¿Qué oculta la cansada estación, entre ramas resecas,
o el polvoriento brillo del aire? No el trabajo ceñido
por la premura, ni los oscuros cuidados nos consolarían.
La fuente es agostada, la seca hierba gime
Y el lamento escuchado con obstinación ahora nos aterra.

Fuego yermo es la sedienta rigidez del mundo.

¿Quién anudaría ese sueño o ardor que roe el espíritu?
El que ha perdido la razón en los desiertos de la Realidad
Persigue el vuelo de las aves como único camino.
Un rumor más triste que la vana sagacidad del hombre
Podría desmembrar esa sombra lancinante del muro,
Lenguas de niebla bajo inútiles palabras
Rendidas o muertas, vivas en su propia descomposición.

Aquí en las ribas estancadas
Hasta la belleza es hastío.

Pardas sombras reptantes
Ahuecan la memoria
Y el júbilo secreto de la muerte
Se enrosca sobre la vida estéril.

Este caminar a nada por orillas deshechas, guijarros
Limpios como la quieta ola que los cubre, ni viva ni muerta.
El mar de oro, sin embargo, resuena con su música vacía
Y es difícil percibir si estamos despiertos o dormidos,
Otras olas inmóviles rasgan el impalpable rostro
Que nos redime, venciéndonos, en inertes ojos
Sobrevivientes de nosotros mismos.

Al descender a las ribas, oyes
La pudrición de la Realidad.

Sorda superficie criba el vivir ya confuso,
Y sin nadie que aquí frecuentara, o contemplar
Como pueda llamarse, no poder nombrar nada
Es dentro del mundo como estallido muerto
Gobernar el silencio que relumbra y reposa, música seca
Después irse como se van todos.
¿Qué escucharías
En tu alma, ese universo atascado? No poder nombrar
Fuego de piedra, tiempo o palabra yerma.

Sólida bruma habitar, niebla horada y arde
Desflecada por el ruido de nutrir en pétreo exilio
Ebrio polvo del objeto y sabio hedor de muerto.
Este ir a nada y quién soporta así el mirar o ruina
Ojos quiébranse ahítos en vacío de cepo.

Nuestro indagar ha concluido
Y esta es la sabiduría: nada hay
Que explorar fuera de la fábula. Estos son los dominios
Del mundo que permanece incognoscible,
Y seguiremos penetrando lo impenetrable como una corona
De sueño. No existe nada
Que explorar en este mundo
Donde el tordo emigró dejando
Un herido reflejo sobre la fuente árida.

Tal vez el silencio nos permitiría
Recogernos en lo oscuro, en lo carente de vida
Y a cada manotazo del espíritu
Atrevernos a sepultar las sabias palabras.

Sólo el que nada ha contemplado
Puede acceder a lo real
Develar este incesante asombro
Que celebra, conmovido el íntimo espacio
Que madura en los ojos.

En el no saber está el saber
En la no vida está la verdad
En el no mundo está el mundo
Y este es el sentido de nuestro explorar:
Existir en un ardor confuso.



*El fuego muerto de Van Gogh.

LA SAL DE LA LENGUA Eugénio de Andrade























La sal de la lengua


Escucha, escucha; tengo aún
una cosa que decirte.
No es importante, lo sé, y no va
a salvar el mundo, no cambiará
la vida de nadie –mas ¿quién
es hoy capaz de salvar el mundo
o tan solo cambiar el sentido
de la vida de alguien?
Escúchame, no te entretengo.
Es poca cosa, como la llovizna
que lenta está llegando.
Son tres, cuatro palabras, poco
más. Palabras que te quiero confiar.
Para que no se extinga su lumbre,
su lumbre breve.
Palabras que mucho amé,
que tal vez ame todavía.
Ellas son la casa, la sal de la lengua.



*Así como todo ocurre, extraño, incompresible, inefables asuntos de vidas llenas de valor impreciso.

**El cíclope de Odilon Redon.

POEMA Roberto Juarroz






















Poema


Otro poema interrumpe el poema que escribo,
reclama su lugar.
Ninguno admite postergaciones.
Son dos hojas urgentes
brotando superpuestas
en el mismo punto de una rama.

Llega entonces un pájaro
y se posa en la rama.
También él es un reclamo,
el tercero en la aguja del instante.
Pero de pronto el pájaro canta
y en su canto no hay antes ni después,
cabe más tiempo que en el tiempo,
dos hojas, dos poemas simultáneos,
dos llamados,
quizá todos los llamados a la vez,
sin que ninguno se borre,
sin que ninguno desplace a los otros.

La superposición de dos poemas y un pájaro
ha venido ha enseñarme
el concierto de todo sobre un punto.

Un orden por encima del orden.



*Poema aparecido en La Gaceta, del Fondo de Cultura Económica, Nueva Época, No 294, Junio de 1995.

**Los espantapájaros de Carlos Bernasconi.

YO SOY EL DIOS PODEROSO Miguel de Cervantes Saavedra























Poema


-Yo soy el dios poderoso
en el aire y en la tierra
y en el ancho mar undoso,
y en cuanto el abismo encierra
en su báratro espantoso.
Nunca conocí qué es miedo;
todo cuanto quiero puedo,
aunque quiera lo imposible,
y en todo lo que es posible
mando, quito, pongo y vedo.



*Poema de Miguel de Cervantes Saavedra, pertenece a la Segunda parte del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (1615). Capítulo XX: "Donde se cuentan las bodas de Camacho el rico, con el suceso de Basilio el pobre".

**Ángeles en formación acorazados y armados (c.1360) de Guariento di Arpo.

viernes, 24 de febrero de 2012

POEMA DEL MANICOMIO Carlos Oquendo de Amat
















POEMA DEL MANICOMIO


Tuve miedo
y me regresé de la locura

tuve miedo de ser

una rueda

un color
un paso


PORQUE MIS OJOS ERAN NIÑOS


Y mi corazón
un botón
más
de
mi camisa de fuerza


Pero hoy que mis ojos visten pantalones largos
veo la calle que está mendiga de pasos.



*Filicidio de Arturo Borda.

miércoles, 22 de febrero de 2012

POEMAS UNDERWOOD Martín Adán















Poemas underwood


Prosa dura y magnífica de las calles de la ciudad sin inquietudes estéticas.
Por ellas se va con la policía a la felicidad.
La poesía gafa de las ventanas es un secreto de costureras.
No hay más alegría que la de ser un hombre bien vestido.
Tu corazón es una bocina prohibida por las ordenanzas de tráfico.
Las casas rumian sus paces de buey.
Si dejaras saber que eres un poeta, irías a la comisaría.
Límpiate de entusiasmos los ojos.
Los automóviles te soban las caderas, volviendo la cabeza. Cree tú que son mujeres viciosas. Así tendrás tu aventura y tu sonrisa para después de la cena.
Los hombres que tropiezas tienen la carne encallecida de oficina.
El amor está en cualquier parte, pero en ninguna está de otro modo.
Pasan obreros con los ojos resentidos con la tarde, con la ciudad y con los hombres.
¿Por qué había de fusilarte la Checa? Tú no has acaparado sino tu alma.
La ciudad lame la noche como una gata famélica.
Y tú eres un hombre feliz, quizá el único hombre feliz.
Tienes camisa y no tienes grandes pensamientos de ninguna clase.
Ahora siento cólera contra los acusadores y los consoladores.
Spengler es un tío asmático, y Pirandello es un viejo estúpido, casi un personaje suyo.
Pero no he de enfurecerme por pequeñeces.
Mil cosas han hecho los hombres peores que sus culturas: Las novelas de Víctor Hugo, la democracia, la instrucción primaria, etcétera, etcétera, etcétera, etcétera.
Pero los hombres se empeñan en amarse los unos a los otros.
Y, como no lo consiguen, acaban por odiarse.
Porque no quieren creer que todo es irremediable.
La polis griega sospecho que fue un lupanar al que había que ir con revólver.
Y los griegos, a pesar de su cultura, fueron hombres felices.
Yo no he pecado mucho, pero ya sé de estas cosas.
Bertoldo diría estas cosas mejor, pero Bertoldo no las diría nunca. El no se mete en honduras -y está viejo, quiere paz y hasta apoya a los moderados.
El mundo no está precisamente loco, pero sí demasiado decente. No hay manera de hacerle hablar cuando está borracho. Cuando no lo está abomina de la borrachera o ama a su prójimo.
Pero yo no sé sinceramente qué es el mundo ni qué son los hombres.
Sólo sé que debo ser justo y honrado y amar a mi prójimo.
Y amo a los mil hombres que hay en mí, que nacen y mueren a cada instante y no viven nada.
He aquí mis prójimos.
La justicia es unas estatuas feas en las plazas de las ciudades.
Ninguna de ellas me gusta ni poco ni mucho -no son diosas ni mujeres.
Yo amo la justicia de las mujeres sin túnica y sin divinidad.
En punto a honradez, no soy de los peores.
Como mi pan a solas, sin dar envidia a mi prójimo.
Nací en una ciudad, y no sé ver el campo.
Me he ahorrado el pecado de desear que fuera mío.
En cambio deseo el cielo.
Casi soy un hombre virtuoso, casi un místico.
Me gustan los colores del cielo porque es seguro que no son tintes alemanes.
Me gusta andar por las calles algo perro, algo máquina, casi nada hombre.
No estoy muy convencido de mi humanidad; no quiero ser como los otros. No quiero ser feliz con permiso de la policía.
Ahora en las calles hay un poco de sol.
No sé quién se lo ha llevado, qué mal hombre, dejando manchas en el suelo como un animal degollado.
Pasa un perrito cojo -he aquí la única compasión, la única caridad, el único amor de que soy capaz.
Los perros no tienen Lenin, y esto les garantiza una vida humana pero verdadera.
Andar por las calles como los hombres de Pío Baroja -(todos un poco perros)-.
Mascar huesos como los poetas de Murger, pero con serenidad.
Pero los hombres tienen posvida.
Por eso dedican su vida al amor del prójimo.
El dinero lo hacen para matar el tiempo inútil, el tiempo vacío...
Diógenes es un mito -la humanización del perro.
El anhelo que tienen los grandes hombres de ser completamente perros. Los pequeños hombres quieren ser completamente grandes hombres, millonarios, a veces dioses.
Pero estas cosas deben decirse en voz baja -siento miedo de oírme a mí mismo.
Yo no soy un gran hombre -yo soy un hombre cualquiera que ensaya las grandes felicidades.
Pero la felicidad no basta a ser feliz.
El mundo está demasiado feo, y no hay manera de embellecerlo.
Sólo puedo imaginarlo como una ciudad de burdeles y fábricas bajo un aletazo de banderas rojas.
Yo me siento las manos delicadas.
¿Qué soy, qué quiero? Soy un hombre y no quiero nada.
O, tal vez, ser un hombre como los toros o como los otros.
Tú no tienes las orejas demasiadas grandes.
Yo quiero ser feliz de una manera pequeña. Con dulzura, con esperanza, con insatisfacción, con limitación, con tiempo, con perfección.
Ahora puedo embarcarme en un trasatlántico. E ir pescando durante la travesía aventuras como peces.
Pero ¿a donde iría yo?.
El mundo me es insuficiente.
Es demasiado grande, y no pudo desmenuzarlo en pequeñas satisfacciones como yo quiero.
La muerte es sólo un pensamiento, nada más, nada más...
Y yo quiero que sea un largo deleite con su fin, con su calidad.
El puerto, lleno de niebla, está demasiado romántico.
Citeres es un balneario norteamericano.
Las yanquis tienen la carne demasiado fresca, casi fría, casi muerta.
El panorama cambia como una película desde todas las esquinas.
El beso final ya suena en la sombra de la sala llena de candelas de cigarrillos. Pero está no es la escena final. Pero ello es por lo que el beso suena.
Nada me basta, ni siquiera la muerte; quiero medida, perfección, satisfacción, deleite.
¿Cómo he venido a parar en este cinema perdido y humoso?.
La tarde ya se habrá acabado en la ciudad. Y yo todavía me siento la tarde.
Ahora recuerdo perfectamente mis años inocentes. Y todos los malos pensamientos se me borran del alma. Me siento un hombre que no ha pecado nunca.
Estoy sin pasado, con un futuro excesivo.
A casa...



*Arlequín ajusticiado de Víctor Humareda.

jueves, 16 de febrero de 2012

IDIOTA DEL APOCALIPSIS Guillermo Chirinos Cúneo

















IDIOTA DEL APOCALIPSIS


Frente a la ciudad, frente al mundo, la madre bella ha parido un payaso irrisorio pero azul. ¡Maldito coito amarillo! Pero he aquí que hay una gran cosa que rueda, una cosa inmensa como el mundo, una buena cosa infinita como los planetas y astros que ocupan el universo; he aquí que hay una gran cosa que rueda y no cae, y que grita, casi con demencia, pasada la niñez olfateante, una vez llegada la juventud pálida: ¡Payaso azul! ¡payaso azul! Locura atacada y resplandor ignorado, grandeza de rey. Joven orgulloso de tu mísera plenitud, ¡Poeta!
Yo soy príncipe de las putas, y mis prendas son únicas: Sortija azul e higiene azul. Yo soy príncipe de las putas. Y mi alcahuatería oscurece en un burdel y pierde su olor lento. ¡Suciedad! ¡locura! Y esta podredumbre amarilla y líquida sobre mi lecho derrotada como agua o vómito de los muertos. Este cerebro. Esta demencia. Esta incontenible vehemencia sin países posibles que hacia la cargante tragedia y luciérnaga de enajenación levanta. Nace un paralítico sobre el mundo. Y sobre el mundo no hay caridad ni ayuda. ¿Paralítico de las cuevas rubias, quién el grito, quién la salvación, quién el disfraz para tu orbitante salida de los frascos negros, veneno del Médico Asesino? Oh, buenas gentes, marcianos torpes y espectros, esta es la catástrofe, mentiras y patrañas lo ocupan todo, ¡oh animales! Grandes animales somos, y que salimos de las panzas rosadas, de los ovarios claros y de las vulvas rubicundas y fuertes.
Ah! Yo tengo una alta mugre de cerdo.



*La locura personificada de Hieronymus Bosch.

L’albatros






















L’albatros


Souvent, pour s’amuser, les hommes d’équipage
Prennent des albatros, vastes oiseaux des mers,
Qui suivent, indolents compagnons de voyage,
Le navire glissant sur les gouffres amers.

A peine les ont-ils déposés sur les planches,
Que ces rois de l’azur, maladroits et honteux,
Laissent piteusement leurs grandes ailes blanches
Comme des avirons traîner à côté d’eux.

Ce voyageur ailé, comme il est gauche et veule!
Lui, naguère si beau, qu’il est comique et laid!
L’un agace son bec avec un brûle-gueule,
L’autre mime, en boitant, l’infirme qui volait!

Le Poète est semblable au prince des nuées
Qui hante la tempête et se rit de l’archer;
Exilé sur le sol au milieu des huées,
Ses ailes de géant l’empêchent de marcher.



EL ALBATROS


A menudo, por divertirse, los hombres de la tripulación
cogen albatros, grandes pájaros de los mares,
que siguen, como indolentes compañeros de viaje,
al navío que se desliza por los abismos amargos.

Apenas les han colocado en las planchas de cubierta,
estos reyes del cielo torpes y vergonzosos,
dejan lastimosamente sus grandes alas blancas
colgando como remos en sus costados.

¡Qué torpe y débil es este alado viajero!
Hace poco tan bello, ¡qué cómico y qué feo!
Uno le provoca dándole con una pipa en el pico,
otro imita, cojeando, al abatido que volaba.

El Poeta es semejante al príncipe de las nubes
que frecuenta la tempestad y se ríe del arquero;
desterrado en el suelo en medio de los abucheos,
sus alas de gigante le impiden caminar.



*Charles Baudelaire por Nadar.

martes, 14 de febrero de 2012

ANTONIN ARTAUD












CARTA AL SEÑOR LEGISLADOR DE LA LEY DE ESTUPEFACIENTES



Señor legislador,

Señor legislador de la ley de 1916, aceptada por el decreto de julio de 1917 sobre estupefacientes, eres un cretino.

Tu ley no sirve más que para fastidiar la farmacia mundial sin beneficio para el nivel toxicómano de la nación

porque

1º El número de toxicómanos que se aprovisionan en las farmacias es mínimo;
2º Los verdaderos toxicómanos no se aprovisionan en las farmacias;
3º Los toxicómanos que se aprovisionan en las farmacias son todos enfermos;
4º El número de toxicómanos enfermos es mínimo comparado con el de toxicómanos por placer;
5º Las restricciones farmacéuticas de la droga no molestarán jamás a los toxicómanos voluptuosos y organizados;
6º Siempre habrá infractores;
7º Siempre habrá toxicómanos por vicio de forma, por pasión;
8º Los toxicómanos enfermos tienen sobre la sociedad un derecho imperecedero, que se les deje en paz.

Es, sobre todo, una cuestión de conciencia.

La ley de estupefacientes pone en manos del inspector-usurpador de la salud pública el derecho de disponer del dolor de los hombres; es una pretensión singular de la medicina moderna el querer dictar sus reglas a la conciencia de cada uno. Todos los balidos de la carta oficial no tienen poder de acción frente a este acto de conciencia: más aún que la muerte, yo soy el dueño de mi dolor. Todo hombre es juez, y juez exclusivo, de la cantidad de dolor físico, y de la vacuidad mental que pueda soportar honestamente.

Lucidez o inlucidez, hay una lucidez que ninguna enfermedad podrá quitarme, es la que me dicta el sentimiento de mi vida física. Y si yo he perdido mi lucidez, la medicina no tiene otra cosa que hacer más que darme las sustancias que me permiten recuperar el uso de esa lucidez.

Señores dictadores de la escuela farmacéutica de Francia, sois unos pedantes roñosos; hay una cosa que debería medir mejor: que el opio es soberano, y ese mal se llama Angustia, en su forma mental, médica, sicológica, lógica o farmacéutica, como quieran.

La Angustia que hace locos.

La Angustia que hace suicidas.

La Angustia que hace condenados.

La Angustia que la medicina no conoce.

La Angustia que vuestro doctor no comprende.

La Angustia que lesiona la vida.

La Angustia que rompe el cordón umbilical de la vida.

Por vuestra inicua ley ponéis en manos de personas irresponsables, cretinos en medicina, farmacéuticos cochinos, jueces fraudulentos, doctores, comadronas, inspectores-doctorales, el derecho a disponer de mi angustia que es tan aguda como las agujas de todas las brújulas del infierno.

Temblores del cuerpo o del alma, no existe sismógrafo humano que permita llegar a una evaluación de mi dolor con precisión, que aquella, fulminante, de mi espíritu.

Toda la azarosa ciencia de los hombres no es superior al conocimiento inmediato que puedo tener de mi ser: Yo soy el único juez de lo que está en mí.

Volved a vuestros graneros, médicos hediondos, y tú también, Señor Legislador Moutonnier, que no deliras por amor a los hombres, sino por tradición de imbecilidad. Tu ignorancia de lo que es un hombre, sólo es igual a tu estupidez al pretender limitarlo. Yo te deseo que tu ley recaiga sobre tu padre, tu madre, tu mujer y tus hijos, y toda su posteridad. Y ahora me trago tu ley.



*Vino de Babilonia de Jean Michael Basquiat.

lunes, 13 de febrero de 2012

ANTONIN ARTAUD



















CARTA DE RODEZ (Fragmento)


No he traducido a Jabberwocky. He tratado de traducir un fragmento pero me aburrió. No me ha gustado nunca ese poema que me pareció siempre de un infantilismo afectado; me gustan los poemas que han brotado y no los lenguajes buscados. Yo quiero, cuando escribo o leo, sentir estirarse mi alma como en la Carroña, la Mártir o el Viaje a Citerea de Baudelaire. No me gustan los poemas o los lenguajes de superficie y que respiran felices ocios y logros del intelecto, apoyándose éste sobre el ano pero sin poner en ello alma o corazón. El ano es siempre terror, y yo no admito que se pierda un excremento sin desgarrarse por perder en ello también el alma, y no hay alma en Jabberwocky. Todo lo que no es un tétano del alma o no viene de un tétano del alma como los poemas de Baudelaire y de Edgar Poe no es verdadero y no puede ser recibido en la poesía. Jabberwocky es la obra de un castrado, de una especie de mestizo híbrido que ha triturado la conciencia para hacer salir de ella algo escrito, allí donde Baudelaire ha hecho salir escaras de afasia o de paraplegia y Edgar Poe mucosas ácidas como ácido prúsico, como ácido de la alcoholía, y eso hasta el envenenamiento y la locura. Porque si Edgar Poe fue encontrado muerto una mañana al borde de una vereda en Baltimore, no es en una crisis de delirium tremens debida al alcohol, sino porque algunos soeces que odiaban su genio y no querían su poesía lo han envenenado para impedirle vivir y manifestar lo insólito, horrífico dictamen que se manifiesta en sus versos. Uno puede inventarse su lengua y hacer hablar la lengua pura con un sentido fuera de lo gramatical pero es necesario que ese sentido sea válido en sí, es decir que venga del pavor — pavor esa vieja sierva de pena, ese sexo de cepo enterrado que saca sus versos de su enfermedad: el ser, y no soporta que se lo olvide. Jabberwocky es la obra de un aprovechador que ha querido intelectualmente alimentarse, él, harto de un convite bien servido, alimentarse del dolor de los otros. Y eso no se ha visto nunca en su poema y nadie lo ha dicho nunca. Pero yo lo digo porque lo he sentido. Cuando se cava la caca del ser y de su lenguaje, es necesario que el poema huela mal, y Jabberwocky es un poema que su autor se ha guardado bien de mantener en el ser uterino del sufrimiento donde todo gran poeta se ha mojado y donde, acostándose, él huele mal. Hay en Jabberwocky pasajes de fecalidad, pero es la fecalidad de un snob inglés, que riza en él lo obsceno como bucles en tenacillas calientes, como de una suerte de explorador de lo obsceno que se guarda bien de ser obsceno, él, como Baudelaire en su afasia terminal o como Edgar Poe sobre su boca de cloaca la mañana en que fue encontrado muerto de una apoplejía de ácido prúsico o de cianuro de potasio. Jabberwocky es la obra de un flojo que no ha querido sufrir su obra antes de escribirla, y eso se ve. Es la obra de un hombre que comía bien, y eso se siente en su escrito. Me gustan los poemas de los hambrientos, de los enfermos, de los parias, de los envenenados: François Villon, Charles Baudelaire, Edgar Poe, Gérard de Nerval, y los poemas de los supliciados del lenguaje que están en pérdida en sus escritos, y no de aquellos que se afectan perdidos para instalar mejor su conciencia y su ciencia y la pérdida y lo escrito. Los perdidos no lo saben, balan o braman de dolor y de horror. Abandonar el lenguaje y sus leyes para retorcerlos y pelar la carne sexual de la glotis de donde surgen las acritudes seminales del alma y los lamentos del inconsciente está muy bien, pero a condición de que el sexo se sienta como un orgasmo de insurgente, perdido, desnudo, uterino, lastimoso también, inocente, asombrado de que se lo repruebe, y que no aparezca, ese trabajo, como el éxito de una carencia donde el estilo hiede en cada ángulo de sus discordancias los olores a rancio de un espíritu harto, porque el hombre se ha hartado bien, aún cuando su carencia como en Jabberwocky es provocada como un alimento fortificante de más. Me gustan los poemas que hieden a carencia y no las comidas bien preparadas...

Nota: "Jabberwocky" es un poema sin sentido escrito por el británico Lewis Carroll, quien lo incluyó en su obra Alicia a través del espejo, en 1872. Jabberwocky es generalmente considerado como uno de los mejores poemas sin sentido escritos en idioma inglés.



*La bailarina española de Joan Miró.

KATATAY


















TUPAC AMARU KAMAQ TAYTANCHISMAN (HAYLLI-TAKI)A NUESTRO PADRE CREADOR TUPAC AMARU (HIMNO-CANCION)


A Doña Cayetana, mi madre india, que me protegió con sus lágrimas y su ternura, cuando yo era niño huérfano alojado en una casa hostil y ajena. A los comuneros de los cuatro ayllus de Puquio en quienes sentí por vez primera, la fuerza y la esperanza.
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Tupac Amaru, hijo del Dios Serpiente; hecho con la nieve del Salqantay; tu sombra llega al profundo corazón como la sombra del dios montaña, sin cesar y sin límites.
Tus ojos de serpiente dios que brillaban como el cristalino de todas las águilas, pudieron ver el porvenir, pudieron ver lejos. Aquí estoy, fortalecido por tu sangre, no muerto, gritando todavía.
Estoy gritando, soy tu pueblo; tú hiciste de nuevo mi alma; mis lágrimas las hiciste de nuevo; mi herida ordenaste que no se cerrara, que doliera cada vez más. Desde el día en que tú hablaste, desde el tiempo en que luchaste con el acerado y sanguinario español, desde el instante en que le escupiste a la cara; desde cuando tu hirviente sangre se derramó sobre la hirviente tierra, en mi corazón se apagó la paz y la resignación. No hay sino fuego, no hay sino odio de serpiente contra los demonios, nuestros amos.
Está cantando el río,
está llorando la calandria,
está dando vueltas el viento;
día y noche la paja de la estepa vibra;
nuestro río sagrado está bramando;
en las crestas de nuestros Wamanis montañas,
en su dientes, la nieve gotea y brilla.
¿En dónde estás desde que te mataron por nosotros?
Padre nuestro, escucha atentamente la voz de nuestros ríos; escucha a los temibles árboles de la gran selva; el canto endemoniado, blanquísimo del mar; escúchalos, padre mío, Serpiente Dios. ¡Estamos vivos; todavía somos! Del movimiento de los ríos y las piedras, de la danza de árboles y montañas, de su movimiento, bebemos sangre poderosa, cada vez más fuerte. ¡Nos estamos levantando, por tu casa, recordando tu nombre y tu muerte!
En los pueblos, con su corazón pequeñito, están llorando los niños.
En las punas, sin ropa, sin sombrero, sin abrigo, casi ciegos, los hombres están llorando, más tristes, más tristemente que los niños.
Bajo la sombra de algún árbol, todavía llora el hombre, Serpiente Dios, más herido que en tu tiempo; perseguido, como filas de piojos.
¡Escucha la vibración de mi cuerpo! Escucha el frío de mi sangre, su temblor helado.
Escucha sobre el árbol de lambras el canto de la paloma abandonada,
nunca amada;
el llanto dulce de los no caudalosos ríos, de los manantiales que suavemente
brotan al mundo.
¡Somos aún, vivimos! (Kachqanirakmi)
De tu inmensa herida, de tu dolor que nadie habría podido cerrar, se levanta para nosotros la rabia que hervía en tus venas. Hemos de alzarnos ya, padre, hermano nuestro, mi Dios Serpiente. Ya no le tenemos miedo al rayo de pólvora de los señores, a las balas y la metralla, ya no le tememos tanto. ¡Somos todavía! Voceando tu nombre, como los ríos crecientes y el fuego que devora la paja madura, como las multitudes infinitas de las hormigas selváticas, hemos de lanzarnos, hasta que nuestra tierra sea de veras nuestra tierra y nuestros pueblos nuestros pueblos.
Escucha, padre mío, mi Dios Serpiente, escucha:
las balas están matando,
las ametralladoras están reventando las venas,
los sables de hierro están cortando carne humana;
los caballos, son sus herrajes, con sus locos y pesados cascos, mi cabeza,
mi estómago están reventando,
aquí y en todas parte;
sobre el lomo helado de las colinas de Cerro de Pasco,
en las llanuras frías, en los caldeados valles de la costa,
sobre la gran yerba viva, entre los desiertos.
Padrecito mío, Dios Serpiente, tu rostro era como el gran cielo, óyeme: ahora el corazón de los señores es más espantosos, más sucio, inspira más odio. Han corrompido a nuestros propios hermanos, les han volteado el corazón y, con ellos, armados de armas que el propio demonio de los demonios no podría inventar y fabricar, nos matan. ¡Y sin embargo, hay una gran luz en nuestras vidas! ¡Estamos brillando! Hemos bajados a las ciudades de los señores. Desde allí te hablo.
Hemos bajado como las interminables filas de hormigas de la gran selva. Aquí estamos, contigo, jefe amado, inolvidable, eterno Amaru.
Nos arrebataron nuestras tierras. Nuestras ovejitas se alimentan con las hojas secas que el viento arrastra, que ni el viento quiere; nuestra única vaca lame agonizando la poca sal de la tierra. Serpiente Dios, padre nuestro: en tu tiempo éramos aún dueños, comuneros. Ahora, como perro que huye de la muerte, corremos hacia los valles calientes. Nos hemos extendido en miles de pueblos ajenos, aves despavoridas.
Escucha, padre mío: desde las quebradas lejanas, desde las pampas frías o quemantes que los falsos wiraqochas nos quitaron, hemos huido y nos hemos extendido por las cuatro regiones del mundo. Hay quienes se aferran a sus tierras amenazadas y pequeñas. Ellos se han quedado arriba, en sus querencias y, como nosotros, tiemblan de ira, piensan, contemplan. Ya no tememos a la muerte. Nuestras vidas son más frías, duelen más que la muerte. Escucha, Serpiente Dios: el azote, la cárcel, el sufrimiento inacabable, la muerte, nos han fortalecido, como a ti, hermano mayor, como a tu cuerpo y tu espíritu. ¿Hasta donde nos ha de empujar esta nueva vida? La fuerza que la muerte fermenta y cría en el hombre ¿no puede hacer que el hombre revuelva el mundo, que lo sacuda?
Estoy en Lima, en el inmenso pueblo, cabeza de los falsos wiraqochas. En la Pampa de Comas, sobre la arena, con mis lágrimas, con mi fuerza, con mi sangre, cantando, edifiqué una casa. El río de mi pueblo, su sombra, su gran cruz de madera, las yerbas y arbustos que florecen, rodeándolo, están, están palpitando dentro de esa casa; un picaflor dorado juega en el aire, sobre el techo.
Al inmenso pueblo de los señores hemos llegado y lo estamos removiendo. Con nuestro corazón lo alcanzamos, lo penetramos; con nuestro regocijo no extinguido, con la relampagueante alegría del hombre sufriente que tiene el poder de todos los cielos, con nuestros himnos antiguos y nuevos, lo estamos envolviendo. Hemos de lavar algo las culpas por siglos sedimentadas en esta cabeza corrompida de los falsos wiraqochas, con lágrimas, amor o fuego. ¡Con lo que sea! Somos miles de millares, aquí, ahora. Estamos juntos; nos hemos congregado pueblo por pueblo, nombre por nombre, y estamos apretando a esta inmensa ciudad que nos odiaba, que nos despreciaba como a excremento de caballos. Hemos de convertirla en pueblo de hombres que entonen los himnos de las cuatro regiones de nuestro mundo, en ciudad feliz, donde cada hombre trabaje, en inmenso pueblo que no odie y sea limpio, como la nieve de los dioses montañas donde la pestilencia del mal no llega jamás. Así es, así mismo ha de ser, padre mío, así mismo ha de ser, en tu nombre, que cae sobre la vida como una cascada de agua eterna que salta y alumbra todo el espíritu y el camino.
Tranquilo espera,
tranquilo oye,
tranquilo contempla este mundo.
Estoy bien ¡alzándome!
Canto;
mismo canto entono.
Aprendo ya la lengua de Castilla,
entiendo la rueda y la máquina;
con nosotros crece tu nombre;
hijos de wiraqochas te hablan y te
escuchan
como el guerrero maestro, fuego
puro que enardece, iluminando.
Viene la aurora.
Me cuentan que en otros pueblos
los hombres azotados, los que sufrían,
son ahora águilas, cóndores de
inmenso y libre vuelo.
Tranquilo espera.
Llegaremos más lejos que cuanto tú quisiste y soñaste.
Odiaremos más que cuanto tú odiaste;
amaremos más de lo que tú amaste,
con amor de paloma encantada, de calandria.
Tranquilo espera, con ese odio y con ese amor sin sosiego y sin límites, lo que tú no pudiste lo haremos nosotros.
Al helado lago que duerme, al negro precipicio, a la mosca azulada que ve y anuncia la muerte a la luna, las estrellas y la tierra, el suave y poderoso corazón del hombre; a todo ser viviente y no viviente, que está en el mundo, en el que alienta o no alienta la sangre, hombre o paloma, piedra o arena, haremos que se regocijen, que tengan luz infinita, Amaru, padre mío. La santa muerte vendrá sola, ya no lanzada con hondas trenzadas ni estallada por el rayo de pólvora. El mundo será el hombre, el hombre el mundo, todo a tu medida.



*Indio del Collao de Enrique Camino Brent.

domingo, 12 de febrero de 2012

Trilce - I

















I


QUIÉN HACE TANTA bulla y ni deja
Testar las islas que van quedando.

Un poco más de consideración
en cuanto será tarde, temprano,
y se aquilatará mejor
el guano, la simple calabrina tesórea
que brinda sin querer,
en el insular corazón,
salobre alcatraz, a cada hialóidea
grupada.

Un poco más de consideración,
y el mantillo líquido, seis de la tarde
DE LOS MÁS SOBERBIOS BEMOLES.

Y la península párase
por la espalda, abozaleada, impertérrita
en la línea mortal del equilibrio.



*Naturaleza muerta con un zapato viejo de Joan Miró.

KATATAY













Oda al Jet



¡Abuelo mío! Estoy en el mundo de Arriba
sobre los dioses mayores y menores, conocidos y no conocidos.
¿Qué es esto? Dios es hombre, el hombre es dios.
He aquí que los ríos, los adorados, que partían el mundo, se han
convertido en el más delgado hilo que teje la araña.
El hombre es dios.
¿Dónde está el cóndor, dónde están las águilas?
Invisibles como los insectos alados se han perdido en el aire o entre
las cosas ignoradas

Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo: no os encuentro, ya no
sois, he llegado al estadio que vuestros sacerdotes, y los antiguos,
llamaron el Mundo de Arriba.

En ese mundo estoy, sentado, más cómodamente que en ningún
sitio, sobre un lomo de fuego,
hierro encendido, blanquísimo, hecho por la mano del hombre, pez
de viento.
Si. "Jet" es su nombre
Las escamas de oro de todos los mares y los ríos no alcanzarían a
brillar como él brilla.
El temible filo de nieve de las sagradas montañas, allá abajo
resplandece, pequeñito; se ha convertido en lastimoso carámbano*.
El hombre es dios. Yo soy hombre. Él hizo este incontable pez
golondrina de viento.

¡Gracias, hombre! No hijo del Dios Padre sino su hacedor.

Gracias, padre mío, mi contemporáneo. Nadie sabe hasta que
mundos lanzarás tu flecha.
Hombre dios: mueve este pez golondrina para que tu sangre
creadora se ilumine más a cada hora.

¡El infierno existe! No dirijas este fuego volador, señor de los
señores, hacia el mundo donde se cuece la carne humana;
que esta golondrina de oro de los cielos fecunde otros dioses en tu
corazón, cada día.

Bajo el suave, el infinito seno del "jet"; más tierra, más hombre,
más paloma, más gloria me siento; en todas las flores del mundo se
han convertido mi pecho, mi rostro y mis manos.
Mis pecados, mis manchas, se evaporan, mi cuerpo vuelve a la
dulce infancia.

Hombre, Señor tu hiciste a Dios para alcanzarlo, ¿O para qué otra
cosa?
Para alcanzarlo lo creaste y lo persigues ya de cerca.
cuidado con el filo de este "jet", más penetrante que las agujas de
hielo terrenas, te rompa los ojos por la mitad;
es demasiado fuego, demasiado poderoso, demasiado libre, este
inmenso pájaro de nieve.

Cuidado que tu hijo te envíe el latido de la muerte; la mariposa que
nació de tu mano creadora puede convertir tu cabeza en cenizas.
Oye, hombre, ¡entiéndeme!
Bajo el pecho del "Jet" mis ojos se han convertido en los ojos de las
águila pequeña a quien le es mostrado por primera vez el mundo.
No siento temor. Mi sangre está alcanzando a las estrellas;
los astros son mi sangre.

No te dejes matar por ningún astro, por este pez celeste, por este
dios de los ríos que tus manos eternas fabricaron.
Dios Padre, Dios Hijo, dios Espíritu Santo, Dioses Montañas, Dios
Inkarrí: mi pecho arde. Vosotros sois yo, yo soy vosotros, en el
inagotable furor de este "Jet”.
No bajes a la tierra.

Sigue alzándote, vuela más todavía, hasta llegar al confín de los
mundos que se multiplican hirviendo, eternamente. Móntate sobre
ellos, dios gloria, dios hombre.

Al Dios que te hacía nacer y te mataba lo has matado ya, semejante
mío, hombre de la tierra.
¡Ya no morirás!

He aquí que el "jet" da vueltas, movido por la respiración de los
dioses de dioses que existieron, desde el comienzo hasta el fin que
nadie sabe ni conoce.

*Carámbano: Pedazo de hielo más o menos largo y puntiagudo que se va formando al helarse el agua que gotea.



**Yawar Fiesta de Oswaldo Guayasamín.

sábado, 11 de febrero de 2012

ABOLICIÓN DE LA MUERTE

















TE HE SEGUIDO...



Te he seguido como nos persiguen los días
Con la seguridad de irlos dejando en el camino
De algún día repartir sus ramas
Por una mañana soleada de poros abiertos
Columpiándose de cuerpo a cuerpo
Te he seguido como a veces perdemos los pies
Para que una nueva aurora encienda nuestros labios
Y ya nada pueda negarse
Y ya todo sea un mundo pequeño rodando las escalinatas
Y ya todo sea una flor doblándose sobre la sangre
Y los remos hundiéndose más en las auras
Para detener el día y no dejarle pasar
Te he seguido como se olvidan los años
Cuando la orilla cambia de parecer a cada golpe de viento
Y el mar sube más alto que el horizonte
Para no dejarme pasar
Te he seguido escondiéndome tras los bosques y las ciudades
Llevando el corazón secreto y el talismán seguro
Marchando sobre cada noche con renacidas ramas
Ofreciéndome a cada ráfaga como la flor se tiende en la onda
O las cabelleras ablandan sus mareas
Perdiendo mis pestañas en el sigilo de las alboradas
Al levantarse los vientos y doblegar los árboles y las torres
Cayéndome de rumor en rumor
Como el día soporta nuestros pasos
Para después levantarme con el báculo del pastor
Y seguir las riadas que separan siempre
La vid que ya va a caer sobre nuestros hombros
Y la llevan cual un junco arrastrado por la corriente
Te he seguido por una sucesión de ocasos
Puestos en el muestrario de las tiendas
Te he seguido ablandándome de muerte
Para que no oyeras mis pasos
Te he seguido borrándome la mirada
Y callándome como el río al acercarse al abrazo
O la luna poniendo sus pies donde no hay respuesta
Y me he callado como si las palabras no me fueran a llenar la vida
Y ya no me quedara más que ofrecerte
Me he callado porque el silencio pone más cerca los labios
Porque sólo el silencio sabe detener a la muerte en los umbrales
Porque sólo el silencio sabe darse a la muerte sin reservas
Y así te sigo porque sé que más allá no has de pasar
Y en la esfera enrarecida caen los cuerpos por igual
Porque en mí la misma fe has de encontrar
Que hace a la noche seguir sin descanso al día
Ya que alguna vez le ha de coger y no le dejará de los dientes
Ya que alguna vez le ha de estrechar
Como la muerte estrecha a la vida
Te sigo como los fantasmas dejan de serlo
Con el descanso de verte torre de arena
Sensible al menor soplo u oscilación de los planetas
Pero siempre de pie y nunca más lejos
Que al otro lado de la mano



*El despojo Minotauro en traje de Arlequín de Pablo Picasso.

ROMANCE en pos de las SOLEDADES Luis de Góngora y Argote















ROMANCE en pos de las SOLEDADES



Cuatro o seis desnudos hombros
de dos escollos, o tres,
hurtan poco sitio al mar,
y mucho agradable en él.
Cuánto lo sienten las ondas
batido lo dice el pie,
que pólvora de las piedras
la agua repetida es.
Modestamente sublime,
ciñe la cumbre un laurel,
coronando de esperanzas
al piloto que lo ve.
Verdes rayos de una palma,
si no luciente, cortés
Norte frondoso, conducen
el derrotado bajel.
Este ameno sitio breve
de cabra apenas montés
profanado, escaló un día
mal agradecida fe:
joven digo, ya esplendor
del Palacio de su Rey,
el hueco anima de un tronco,
nueve meses hará, o diez,
a quien, si lecho no blando,
sueño le debe fiel,
brame el Austro, y de las rocas
haga lo que del ciprés.
Arrastrando allí eslabones
de su adorado desdén,
hierbas cultiva no ingratas
en apacible vergel.
¡Oh, cuán bien las solicita
sudor fácil, y cuán bien
émulas responden ellas
del más valiente pincel!
Confusas entre los lilios
las rosas se dejan ver
bosquejando lo admirable
de su hermosa crüel,
tan dulce, tan natural,
que abejuela alguna vez
se caló a besar sus labios
en las hojas de un clavel.
Sierpe de cristal, vestida
escamas de rosicler,
se escondía ya en las flores
de la imaginada tez,
cuando velera paloma,
alado si no bajel,
nubes rompiendo de espuma,
en derrota suya un mes,
le trajo, si no de olvida,
en las hojas de un papel,
señas de serenidad
si al arco de Amor se cree.



*La rosa blanca de Miquel Barceló.

IDIOTA DEL APOCALIPSIS Guillermo Chirinos Cúneo


















POEMA ROJO EN LA CIUDAD



En faro y mar y viento inacabables.
Mujer de sal y paja y viento cálido
De poseer tu trompa alada en el instante.
Ah, sería alto una sed... de apache insomne!

Mujer de arroz y paja y musgo suave,
en coral de luna ortiva y nebulosa,
en crepúsculo azul y pálido,
mujer de anís y olor de alondra...
Ah, sería alto morder tu rosa esfera!

Sed de arrancar la hierba boca entre tus piernas,
de poseer tu cuerpo en yeso y en pecado.
Oh piel roja de arcos tibios y en campanas!
Ah, sería alto un cáliz golfo entre las rosas!

Mujer de hastío y paja y cal y escama.
Ebria y sed terrena de candidez y virgen.
Pescadora de remos blancos en un bote violento.
Ah, sería alto morder el mundo en tu mundo!.



*Minotauro violando a una mujer de Pablo Picasso.

viernes, 10 de febrero de 2012

A LOS ENMUDECIDOS Georg Trakl























A los enmudecidos



Ah, locura de la gran ciudad, al caer la tarde
a oscuros muros clavados miran árboles informes,
en máscara de plata el genio del mal observa,
luz con látigo magnético repele a la noche de piedra.
Ah, sumido son de campanas en ocaso.

Puta que alumbra entre helados temblores a un niño muerto.
Ira de Dios que azota furiosa la frente del poseso,
púrpura peste, hambre que rompe en trizas los ojos verdes.
Ah, la horrorosa risa del oro.

Mas calmada mana en guarida oscura humanidad más callada,
y en duros metales conforma la cabeza salvadora.



*Saturno devorando a su hijo de Francisco de Goya.

EL CUERVO



















EL CUERVO



Una vez, al filo de una lúgubre media noche,
mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,
inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,
cabeceando, casi dormido,
oyóse de súbito un leve golpe,
como si suavemente tocaran,
tocaran a la puerta de mi cuarto.
“Es —dije musitando— un visitante
tocando quedo a la puerta de mi cuarto.
Eso es todo, y nada más.”

¡Ah! aquel lúcido recuerdo
de un gélido diciembre;
espectros de brasas moribundas
reflejadas en el suelo;
angustia del deseo del nuevo día;
en vano encareciendo a mis libros
dieran tregua a mi dolor.
Dolor por la pérdida de Leonora, la única,
virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada.
Aquí ya sin nombre, para siempre.

Y el crujir triste, vago, escalofriante
de la seda de las cortinas rojas
llenábame de fantásticos terrores
jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie,
acallando el latido de mi corazón,
vuelvo a repetir:
“Es un visitante a la puerta de mi cuarto
queriendo entrar. Algún visitante
que a deshora a mi cuarto quiere entrar.
Eso es todo, y nada más.”

Ahora, mi ánimo cobraba bríos,
y ya sin titubeos:
“Señor —dije— o señora, en verdad vuestro perdón
imploro,
mas el caso es que, adormilado
cuando vinisteis a tocar quedamente,
tan quedo vinisteis a llamar,
a llamar a la puerta de mi cuarto,
que apenas pude creer que os oía.”
Y entonces abrí de par en par la puerta:
Oscuridad, y nada más.

Escrutando hondo en aquella negrura
permanecí largo rato, atónito, temeroso,
dudando, soñando sueños que ningún mortal
se haya atrevido jamás a soñar.
Mas en el silencio insondable la quietud callaba,
y la única palabra ahí proferida
era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?”
Lo pronuncié en un susurro, y el eco
lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!”
Apenas esto fue, y nada más.

Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,
toda mi alma abrasándose dentro de mí,
no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.
“Ciertamente —me dije—, ciertamente
algo sucede en la reja de mi ventana.
Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,
y así penetrar pueda en el misterio.
Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,
y así penetrar pueda en el misterio.”
¡Es el viento, y nada más!

De un golpe abrí la puerta,
y con suave batir de alas, entró
un majestuoso cuervo
de los santos días idos.
Sin asomos de reverencia,
ni un instante quedo;
y con aires de gran señor o de gran dama
fue a posarse en el busto de Palas,
sobre el dintel de mi puerta.
Posado, inmóvil, y nada más.

Entonces, este pájaro de ébano
cambió mis tristes fantasías en una sonrisa
con el grave y severo decoro
del aspecto de que se revestía.
“Aun con tu cresta cercenada y mocha —le dije—,
no serás un cobarde,
hórrido cuervo vetusto y amenazador.
Evadido de la ribera nocturna.
¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado
pudiera hablar tan claramente;
aunque poco significaba su respuesta.
Poco pertinente era. Pues no podemos
sino concordar en que ningún ser humano
ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro
posado sobre el dintel de su puerta,
pájaro o bestia, posado en el busto esculpido
de Palas en el dintel de su puerta
con semejante nombre: “Nunca más.”

Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto.
las palabras pronunció, como virtiendo
su alma sólo en esas palabras.
Nada más dijo entonces;
no movió ni una pluma.
Y entonces yo me dije, apenas murmurando:
“Otros amigos se han ido antes;
mañana él también me dejará,
como me abandonaron mis esperanzas.”
Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.”

Sobrecogido al romper el silencio
tan idóneas palabras,
“sin duda —pensé—, sin duda lo que dice
es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido
de un amo infortunado a quien desastre impío
persiguió, acosó sin dar tregua
hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,
hasta que las endechas de su esperanza
llevaron sólo esa carga melancólica
de ‘Nunca, nunca más’.”

Mas el Cuervo arrancó todavía
de mis tristes fantasías una sonrisa;
acerqué un mullido asiento
frente al pájaro, el busto y la puerta;
y entonces, hundiéndome en el terciopelo,
empecé a enlazar una fantasía con otra,
pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,
lo que este torvo, desgarbado, hórrido,
flaco y ominoso pájaro de antaño
quería decir granzando: “Nunca más.”

En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra,
frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos,
quemaban hasta el fondo de mi pecho.
Esto y más, sentado, adivinaba,
con la cabeza reclinada
en el aterciopelado forro del cojín
acariciado por la luz de la lámpara;
en el forro de terciopelo violeta
acariciado por la luz de la lámpara
¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!

Entonces me pareció que el aire
se tornaba más denso, perfumado
por invisible incensario mecido por serafines
cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.
“¡Miserable —dije—, tu Dios te ha concedido,
por estos ángeles te ha otorgado una tregua,
tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!
¡Apura, oh, apura este dulce nepente
y olvida a tu ausente Leonora!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Profeta!” —exclamé—, ¡cosa diabolica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio
enviado por el Tentador, o arrojado
por la tempestad a este refugio desolado e impávido,
a esta desértica tierra encantada,
a este hogar hechizado por el horror!
Profeta, dime, en verdad te lo imploro,
¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?
¡Dime, dime, te imploro!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Profeta! —exclamé—, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!
¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,
ese Dios que adoramos tú y yo,
dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén
tendrá en sus brazos a una santa doncella
llamada por los ángeles Leonora,
tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen
llamada por los ángeles Leonora!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Sea esa palabra nuestra señal de partida
pájaro o espíritu maligno! —le grité presuntuoso.
¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.
No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira
que profirió tu espíritu!
Deja mi soledad intacta.
Abandona el busto del dintel de mi puerta.
Aparta tu pico de mi corazón
y tu figura del dintel de mi puerta.
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.
Aún sigue posado, aún sigue posado
en el pálido busto de Palas.
en el dintel de la puerta de mi cuarto.
Y sus ojos tienen la apariencia
de los de un demonio que está soñando.
Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama
tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,
del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
no podrá liberarse. ¡Nunca más!



*El árbol de los cuervos de Caspar David Friedrich.

IDIOTA DEL APOCALIPSIS Guillermo Chirinos Cúneo























OTOÑO



En un amplio parque blanco de Lima
Yo mordía la boca de las rosas moribundas.
Mientras un flaco perro corredor, tronaba
mi humedad, mi roja humedad, palidecida.

Era otoño, neblina...
Y las ramas parecían hierros vidriosos
sobre blancos malecones derruidos.
Y las hojas en otoño parecían
viejas flacas de papel antiguo.
Era un pálido ahogado
en turbias aguas verdes, desteñidas.
Era otoño como una biblia floja
en rosados cartones zozobrantes.

Era otoño en Lima.
Y yo, moría...
Ebrio caía entre las rosas caídas de semen, podridas.
Mientras un ciego hermoso corriendo
daba gritos cincelados, neblina.
Otoño, su limosna.
Y desnudo un hollín aullaba entre las sombras.

Era otoño a las seis de la mañana.
Llovía.
Y las rosas moribundas hacia el grito,
pudriéndose mataban.
Era otoño en el alba. Las seis, abril.
Era otoño en la muerte.
Era Lima aterrida de otoño bajo azules vómitos de nieve.



*Telón de Enrique Polanco.

Lima o el largo camino de la desesperación CARLOS OLIVA























ANARQUÍA



Sobre estas calles donde el amor es una palabra que no se ve
por ningún lado
descubrí un estado de ánimo tan bello
como una flor amarilla en la noche: Anarquía
tuve que elevarme sobre ese amanecer
y dar pasos tan bellos como un triunfal Nureyev
tuve que desgarrar mi corazón sobre el asfalto
beber alcohol en la noche
gemir sobre un cuerpo que también gemía
mi conciencia fue el diamante que cortó las olas
de un mar infernal dibujado en la memoria:
demonios como ángeles esculpidos en piedras preciosas
fuego tallado en rubíes sangrientos
cuadros extraídos de alguna desvariación de Dalí:
yo tengo la voz de los años perdidos
la poesía es una actitud integral y en primavera nacen versos
como niños precoces de esta época velocísima
tus espacios servirán para contener los desbordes
de mi imaginación que fluye a borbotones en la sangre
de mi herida abierta a tu eternidad ¡oh poesía!eres cordillera de frutos
tecnología de una estética burilada en la memoria pasión
desvelo cólera
tiempo
pues cada verso tiene su pasado su presente y su futuro
cada verso trae recuerdos emoción ilusiones que agobian
mis huesos robados como una fruta al pasado
y el pasado es el recuerdo de una muchacha a la que amé
con desequilibrio
con lucidez psicótica en las noches que Atenea
cuando se desnudaba
inteligencia y sabiduría de un cuerpo amado como un poema
que aún no he escrito.
Iré pues en busca de ese verso infinito
iré como una radiación sobre esta noche tan agitada
como un burdel para ricos donde se inician bellas adolescentes:
hay que destruir todo
yo sólo puedo enunciar estos versos sobre el silencio
porque el recital perfecto lo encuentro en soledad
sin más auditorio que mis imágenes aferrándose al presente
donde los años aciagos resisten los impulsos de las aguas
de estos océanos procelosos de los cuales emerjo yo tan puro
como un dinosaurio que sobrevive al pasado.



*... de George Grosz.

NUEVOS POEMAS Rainer María Rilke






















EL POETA



De mí te alejas, hora.
El batir de tus alas me hace heridas.
Solitario: ¿qué puede hacer mi boca
con mi noche y mi día?

No tengo amada, ni casa, ni sitio
donde poder vivir.
Todas las cosas a las que me entrego
se hacen ricas y a mí me dejan pobre.




*Naturaleza muerta con botella y cuchillo de Juan Gris.

jueves, 9 de febrero de 2012

MORGUE Y OTROS POEMAS






















PABELLÓN DE PARTURIENTAS



Las mujeres más pobres de Berlín
—trece niñas en cuarto y medio,
putas, prisioneras, execradas
—retuercen aquí sus cuerpos y gimen.
En ninguna parte se grita tanto.
En ninguna parte se ignoran tan completamente
dolores y angustias como en este lugar,
aquí siempre grita algo.

"¡Empuje Usted, mujer! ¿Entiende, sí?
No está aquí por diversión.
No alargue la cosa
¡También salen excrementos en este aprieto!
No está aquí para descansar
No viene solo. ¡Usted tiene que hacer algo!"
Por fin llega: azulado y pequeño.
Orina y heces lo ungen.

De once camas con lágrimas y sangre
los gemidos le dan la bienvenida.
Sólo en dos ojos estalla un coro de júbilos al cielo.

Por este pequeño pedazo de carne
pasará todo: desolación y felicidad.
Y cuando muera entre estertores y sufrimientos,
otros doce dormirán en este pabellón.



*Una mano sobre... de Pierre Klossowski de Rola.

miércoles, 8 de febrero de 2012

ALTAZOR


















Canto I (fragmento)



Después de mi muerte un día
El mundo será pequeño a las gentes
Plantarán continentes sobre los mares
Se harán islas en el cielo
Habrá un gran puente de metal en torno de la Tierra
Como los anillos construidos en Saturno
Habrá ciudades grandes como un país
Gigantescas ciudades del porvenir
En donde el hombre-hormiga será una cifra
Un número que se mueve y sufre y baila
(Un poco de amor a veces como un arpa que hace
[ olvidar la vida)
Jardines de tomates y repollos
Los parques públicos plantados de árboles frutales
No hay carne que comer el planeta es estrecho
Y las máquinas mataron el último animal
Árboles frutales en todos los caminos
Lo aprovechable sólo lo aprovechable
Ah la hermosa vida que preparan las fábricas
La horrible indiferencia de los astros sonrientes
Refugio de la música
Que huye de las manos de los últimos ciegos



*Caballo y jinete de Carlo Carrá.

martes, 7 de febrero de 2012

POEMAS EN PROSA
















En el momento en que el tenista...



En el momento en que el tenista lanza magistralmente
su bala, le posee una inocencia totalmente animal;
en el momento
en que el filósofo sorprende una nueva verdad
es una bestia completa.
Anatole France afirmaba
que el sentimiento religioso
es la función de un órgano especial del cuerpo humano
hasta ahora ignorado y se podría
decir también, entonces
que, en el momento exacto en que un tal órgano
funciona plenamente,
tan puro de malicia está el creyente,
que se diría casi un vegetal.
Oh alma! ¡Oh pensamiento! ¡Oh Marx! ¡Oh Feuerbach!



*El sueño de Salvador Dalí.

sábado, 4 de febrero de 2012

POEMAS HUMANOS























Me viene, hay días, una gana ubérrima, política...



Me viene, hay días, una gana ubérrima, política,
de querer, de besar al cariño en sus dos rostros,
y me viene de lejos un querer
demostrativo, otro querer amar, de grado o fuerza,
al que me odia, al que rasga su papel, al muchachito,
a la que llora por el que lloraba,
al rey del vino, al esclavo del agua,
al que ocultóse en su ira,
al que suda, al que pasa, al que sacude su persona en mi alma.
Y quiero, por lo tanto, acomodarle
al que me habla, su trenza; sus cabellos, al soldado;
su luz, al grande; su grandeza, al chico.
Quiero planchar directamente
un pañuelo al que no puede llorar
y, cuando estoy triste o me duele la dicha,
remendar a los niños y a los genios.

Quiero ayudar al bueno a ser su poquillo de malo
y me urge estar sentado a la diestra del zurdo, y responder al mudo,
tratando de serle útil
en todo lo que puedo y también quiero muchísimo
lavarle al cojo el pie,
y ayudarle a dormir al tuerto próximo.

¡Ah querer, éste, el mío, éste, el mundial,
interhumano y parroquial, provecto!
Me viene a pelo,
desde el cimiento, desde la ingle pública,
y, viniendo de lejos, da ganas de besarle
la bufanda al cantor,
y al que sufre, besarle en su sartén,
al sordo, en su rumor craneano, impávido;
al que me da lo que olvidé en mi seno,
en su Dante, en su Chaplin, en sus hombros.

Quiero, para terminar,
cuando estoy al borde célebre de la violencia
o lleno de pecho el corazón, querría
ayudar a reír al que sonríe,
ponerle un pajarillo al malvado en plena nuca,
cuidar a los enfermos enfadándolos,
comprarle al vendedor,
ayudarle a matar al matador —cosa terrible—
y quisiera yo ser bueno conmigo
en todo.



*El arlequín ideando de Pablo Picasso.