jueves, 16 de febrero de 2012

IDIOTA DEL APOCALIPSIS Guillermo Chirinos Cúneo

















IDIOTA DEL APOCALIPSIS


Frente a la ciudad, frente al mundo, la madre bella ha parido un payaso irrisorio pero azul. ¡Maldito coito amarillo! Pero he aquí que hay una gran cosa que rueda, una cosa inmensa como el mundo, una buena cosa infinita como los planetas y astros que ocupan el universo; he aquí que hay una gran cosa que rueda y no cae, y que grita, casi con demencia, pasada la niñez olfateante, una vez llegada la juventud pálida: ¡Payaso azul! ¡payaso azul! Locura atacada y resplandor ignorado, grandeza de rey. Joven orgulloso de tu mísera plenitud, ¡Poeta!
Yo soy príncipe de las putas, y mis prendas son únicas: Sortija azul e higiene azul. Yo soy príncipe de las putas. Y mi alcahuatería oscurece en un burdel y pierde su olor lento. ¡Suciedad! ¡locura! Y esta podredumbre amarilla y líquida sobre mi lecho derrotada como agua o vómito de los muertos. Este cerebro. Esta demencia. Esta incontenible vehemencia sin países posibles que hacia la cargante tragedia y luciérnaga de enajenación levanta. Nace un paralítico sobre el mundo. Y sobre el mundo no hay caridad ni ayuda. ¿Paralítico de las cuevas rubias, quién el grito, quién la salvación, quién el disfraz para tu orbitante salida de los frascos negros, veneno del Médico Asesino? Oh, buenas gentes, marcianos torpes y espectros, esta es la catástrofe, mentiras y patrañas lo ocupan todo, ¡oh animales! Grandes animales somos, y que salimos de las panzas rosadas, de los ovarios claros y de las vulvas rubicundas y fuertes.
Ah! Yo tengo una alta mugre de cerdo.



*La locura personificada de Hieronymus Bosch.

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