sábado, 25 de febrero de 2012

LA SAL DE LA LENGUA Eugénio de Andrade























La sal de la lengua


Escucha, escucha; tengo aún
una cosa que decirte.
No es importante, lo sé, y no va
a salvar el mundo, no cambiará
la vida de nadie –mas ¿quién
es hoy capaz de salvar el mundo
o tan solo cambiar el sentido
de la vida de alguien?
Escúchame, no te entretengo.
Es poca cosa, como la llovizna
que lenta está llegando.
Son tres, cuatro palabras, poco
más. Palabras que te quiero confiar.
Para que no se extinga su lumbre,
su lumbre breve.
Palabras que mucho amé,
que tal vez ame todavía.
Ellas son la casa, la sal de la lengua.



*Así como todo ocurre, extraño, incompresible, inefables asuntos de vidas llenas de valor impreciso.

**El cíclope de Odilon Redon.

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